sábado, 21 de marzo de 2015

Debió ser doctora


Sé muy bien que no debemos idealizar a las personas, pues por condición humana somos todos seres imperfectos, erramos y acertamos por igual, pues poseemos tantas virtudes como defectos. Aun así y pasadas más de 24 horas, conservo el mal sabor, la desilusión.

Ayer regresamos a casa picando las 6:00 p.m. tras haber almorzado y pasado la tarde con los Shehabi, la familia de nuestro amigo palestino Mohammad que ahora vive en Ucrania. Como de costumbre comimos en familia, conversando sobre lo difícil de la situación en el Oriente Medio y aquí en Libia, sobre lo mucho que la familia extraña a los tres hijos que han partido, pues meses después de la partida de Mohammad, otro de los hijos partió al Líbano y una de las hijas se mudó a Misrata, una ciudad a unos 800 kilómetros de Bengasi y 200 kilómetros de Trípoli, estamos hablando de unas ocho a diez horas manejado.

Son temas poco agradables, pero cuando se comparten con gente querida de manera espontánea se experimenta una sensación de alivio, ocurre cierta liberación de todo lo que hasta entonces nos ha estado oprimiendo el pecho y ocupando el pensamiento. En medio de todo, nos reímos muchísimo de nosotros mismos y los infortunios acaecidos  durante los casi cinco meses que llevábamos sin vernos a pesar de vivir en el mismo barrio.

Hasta regalitos me tenían. “Que no es mi cumpleaños” exclamé sorprendida. “Es que se supone que hoy te visitáramos por primera vez en tu nuevo apartamento y es costumbre llegar con regalos, pero como no pudimos, igual te los entregamos. Además en nuestra cultura no hacen falta días de fiestas u ocasiones especiales para expresar el cariño y el respeto que sentimos entre unos y otros. ¡Disfruta tus regalos Aziza!” Fue la reacción de Omm Mohammad, es decir, Faiza, la madre de Mohammad. ¡Cómo no amar a esta mujer y a toda su familia que con tanto cariño me han acogido desde mi llegada! Lo he dicho muchas veces, son mi segunda familia en Libia. ¡Dios con ellos!

Justo cuando por fin me encontraba ligera de ropa, mi esposo recibió una llamada y salió disparado del apartamento sin pronunciar palabra. A pocos minutos entra dejando la puerta entreabierta y avisando que una de sus hermanas casadas ha venido de visita. Como ninguna de mis cuñadas maneja, supuse que estaría acompañada del esposo y las hijas, así que corrí al dormitorio, donde la “abaya” negra de bordados florales color dorado siempre está  a la mano para atender a los visitantes inesperados.

Para cuando estuve cubierta de pies a cabeza, exceptuando la cara y las manos, “como Dios manda” y el código de vestimenta de la sociedad libia lo exige, salí en dirección al salón de visitas, haciendo una avispada escala en la cocina donde puse a hervir el agua para el té. 

¡Salam Aleikum! Besos, abrazos y bendiciones, era mi cuñada con uno de sus hijastros, el que está en medio de los preparativos de boda. Y a pesar de que algo he aprendido sobre el tema de las bodas de tradición árabe-musulmana, imaginaran que no perdí la oportunidad de entrevistar a mi sobrino político, quien habla algo de inglés y suele ser bastante sociable.

Le pedí que me contase todo, que quería saber quién era la afortunada, cómo la había conocido, cómo se llamaba y si hablaba inglés.

-Se llama Mona, que significa “deseos”. Trabaja en la misma empresa para la cual mi hermano es contable. Cuando terminé la construcción de mi apartamento deje saber que estaba buscando esposa, pero aquí en Libia como extranjero, mis opciones se limitan a chicas palestinas, las familias libias rechazan a cualquier pretendiente extranjero.

Entonces mi hermano me habló de esta muchacha, palestina, de las afueras de Bengasi, muy profesional en su trabajo, educada, modesta, religiosa, sencilla, seria, pero de carácter dulce y trato amable. Visité las oficinas, me pareció adecuada y le pedí a mi hermano hiciera el contacto con la chica. Intercambiamos números telefónicos a través de mi hermano, le propuse matrimonio pero lo habíamos retrasado esperando que la guerra cesara, cosa que parece no sucederá en buen tiempo.

Así que decidimos comenzar con los preparativos. Envié a mi madrastra, con su madre y hermanas a hablar con la madre de ella, la abuela y las hermanas. Las mujeres de su familia me aceptaron, entonces las mujeres de mi familia me enviaron junto a mi padre y hermanos a pedir su mano a su padre, tíos y hermanos. También acordamos el “mahar”.

-¿Cuánto?

-Serán $5, 000.00 LYD más el oro, lo mismo que dio mi hermano a su hoy esposa. Mañana ira mi madrastra con su hermana, mi prometida y su madre a comprar el oro. La semana entrante se celebra el compromiso y en un mes o dos celebraremos la boda. In Sha Allah!

-¿Hace cuánto se conocen?

-De esto hace cinco meses, pero no nos hemos vuelto a ver, todo contacto se limita a las llamadas telefónicas. Recuerda que Libia es un país musulmán de corte tradicional, no existe el noviazgo como ocurre en Europa.

-Lo sé, pero no me deja de impresionar. Y siempre escucho las historias de las chicas, pero nunca había podido tener esta conversación con un hombre.

-Entiendo.

-¿Estas contento?

-Sí, lo estoy. Ya era hora.

-¿Estás enamorado?

-Aziza, el amor llega con el tiempo.

-O nunca llega.

-Pero llegan los hijos y las obligaciones y eso da sentido a la vida de ambos. La familia lo es todo, así es la vida de este lado del mundo.

-Sí. Había escuchado que los árabes siempre dicen que el amor se construye y de cierta manera tienen razón, pero yo no concibo unir mi vida a una persona sin que justamente el amor sea el engrudo entre ambos y el cimento de la pareja, y luego de la familia, si es que los hijos llegan. Así es la vida del otro lado.

Fue inevitable que tío y sobrino hicieran bromas al respecto mientras mi cuñada se reía, era el momento indicado para servir el té. A mi regreso  vi a mi esposo entregándole un sobre a su sobrino, mientras mi cuñada le decía que no era necesario. Pero mi esposo alegó que era su regalo de bodas y que él no merecía un trato inferior al de su hermano, quien lleva menos de cinco meses de casados y a quien también se le entregó su regalo. “Para el oro”, le decía mi esposo, mientras yo preguntaba a todos que cuánto de azúcar para el té.

Entonces mi cuñada dijo algo que para variar no pude entender, pero ver la cara de desgracia irremediable de ella mientras hablaba y el semblante serio y la voz firme con la que mi esposo parecía reganarla me obligaron a solicitar traducción inmediata.

Mi esposo, conociéndome, respiró profundo  y me dijo que su hermana había dicho que ella hubiese preferido a alguien mejor para esposa de su hijastro. Pregunté a qué se refería con eso de “alguien mejor” pues según nuestro sobrino, la chica venía recomendada por su hermano y con un ramillete de virtudes. “Ella dice, que esta chica no es nadie y que él ha debido buscarse una doctora como él, que esté a su altura”.

Mi cara debió hablar antes que pudiese abrir la boca porque mi cuñada me miraba toda azorada, el sobrino refugió la mirada en la pantalla de su celular y mi esposo me miró con cara de “Oh! Oh!” En actitud de conteo regresivo a la explosión de la bomba atómica.

-Por favor, te voy a pedir que traduzcas lo más claro posible lo que voy a decir, porque aunque tal vez debería quedarme callada, no puedo.

Mi esposo cerró y abrió los ojos en un gesto de resignación y asintió con la cabeza sin pronunciar palabra.

-Querida, yo no puedo creer lo que estoy escuchando. El valor de las personas radica en su corazón, en los sentimientos expresados en sus palabras y acciones, en sus valores y personalidad, no en un título universitario, profesión o los bienes materiales que puedan tener.

-Aziza, él es un profesional y debió buscarse a alguien de su altura, ella estudio pero jamás se compara a una doctora. No es lo mismo.

-¿Y quién te dice que ser doctora garantiza que se es buena persona, que será buena esposa, ama de casa y madre? Yo no tengo dudas de que esta chica puede llegar a ser todo eso y si no es así, nada tendrá que ver con su profesión. ¿Tú eres contable? ¿Cierto?

-Sí y al graduarme preferí casarme y no ejercer.

-Tu estudiaste contabilidad, tus hermanas unas estudiaron ingeniería y otra agronomía, si todo el mundo pensara como tú, entonces para poder casarse habría que estudiar medicina. De lo contrario  las personas con otras profesiones o sin ellas, serían rechazadas aunque fuesen buenas personas. ¿Lo que me dices es que tus hermanas y tú, valen menos que cualquier doctora en cualquier parte dl mundo? ¿Entendí bien?

-No Aziza, no digo eso. Nunca lo vas a entender, es nuestra cultura y además casarse con gente diferente trae problemas de pareja y de familia.

-La que no lo entiendes eres tú. El casarse con gente diferente no representa un problema, los problemas los crean quienes piensan como tú y viven pendientes a las diferencias, creándolas, marcando distancias, practicando la intolerancia, llenos de prejuicios, discriminando.

-Es un asunto cultural. Yo me crie en Egipto y allá es así.

-En todas las culturas hay gente que piensa como tú, es un asunto, y perdóname que te lo diga, de ignorancia e inconsciencia. ¿Tú eres musulmana?

-Si.

-Pues yo que no practico el islam, sé que en tu religión se supone que tanto hombres como mujeres valemos lo mismo, que tenemos derecho a elegir libre y voluntariamente a nuestros esposos y esposas, incluso aconseja que se elija a quienes posean valores morales y religiosos y no por belleza física, posición social o posesiones materiales. Tu manera de pesar es “haram” ante la religión que profesas y hasta donde tengo entendido cuando tu familia llegó a Libia tu apenas tenías tres años de edad.

A este punto de la conversación mi cuñada tenía el rostro compungido, yo las orejas calientes, mi esposo se limitaba a traducir y el sobrino nos miraba de reojo, cuando su vista intercalaba tomas entre la pantalla de su celular y la alfombra.

-Lo mismo que has dicho tú, me dijo mi esposo. Dijo mi cuñada a punto de lágrima.

-Mira, yo voy a dar por terminado el tema porque es bastante pesado, pero antes quiero decirte tres cosas. La primera es que recuerdes que tienes dos hijas, que con lo difícil que es ser una mujer extranjera aquí en Libia, el futuro no pinta del todo alentador para ellas. Lo segundo es que en dos años de conocerte me consta que eres una mujer dulce, amable y de buen corazón, te pido que reflexiones sobre este tema porque créeme, los prejuicios dañan más a quienes los tienen que a quienes son víctimas de ellos. Y tercero, puedes justificarte todo lo que quieras con la cultura  y demás, pero Dios que esta sobre cualquier cultura y religión conoce el interior de tu corazón. Sacúdete esos sentimientos, no te hacen bien y no los mereces.

-¡Ay Aziza no me hagas sentir mal!

-Habibty, es que el malestar que sientes nace en ti, no te lo provoco yo. El problema es que aparte de sentirte mal tú, por lo negativo de ese sentimiento, con el puedes dañar a otras personas. Te lo dice alguien que ha sufrido el rechazo, el discrimen y el prejuicio, por ser, pensar y creer diferente y sabes muy bien de lo que hablo.

De muchos, te voy a mencionar un solo ejemplo; ¿Tú crees que yo no sé qué cuando llegué a Libia todos esperaban que la esposa “ameriquiya” fuese una réplica exacta de “Barbie”; blanca, delgada, de ojos claros con cabello lacio y rubio? ¿Verdad que sí?

Mi cuñada asintió con la cabeza mientras las lagrimas le recorrían el sonrojado rostro.

-Pero la que llegó fue esta que está aquí, trigueña, obesa, de cabellos crespos, ojos oscuros, hablado español y originaria de una isla en el Caribe que ni sabían que existía. ¿Pregúntale a tu hermano si es feliz?

-No se pregunta lo que se ve a simple vista. Y mis hijas y yo te queremos mucho Aziza, tú eres nuestra familia. Decía mi cuñada llorando al tiempo que me abrazaba.

-Yo también las quiero y las respeto mucho, a ti y a todos en tu casa. Le decía yo, mientras le pasaba la mano por la espalda. Y discúlpame si te he hecho sentir mal, pero no podía quedarme callada, nadie merece vivir prejuiciado y tampoco nadie merece sufrir el discrimen.

Antes de que sonaran los violines, el celular del sobrino timbró, mi esposo le pasó una servilleta a su hermana para que secara sus lágrimas, era evidente que permeaba la tensión. Por mi parte, encontré el momento justo para bandeja en mano abandonar el salón y llegar hasta la cocina.

De manera instantánea tras cerrar la puerta, me puse en cuclillas con las palmas de las manos en el suelo. Mi ser sabía que lo correcto era liberar, soltar esa carga energética, regresarla a la tierra para que la transforme en luz y nuevas bendiciones.

Regresé al salón con una bandeja de dulces y jugo de almendras. Entonces mi cuñada me preguntó si iría a la fiesta de compromiso. Le contesté que no sería posible, pero que se asegurara de que me enviaran comida y dulces de la fiesta.

¡Azizaaaaaaaaaaa! Exclamó mi cuñada, como hace cada vez que digo una de las mías.

 

Nuestras risas se escapaban por los huecos de las celosías, llegaban lejos, donde otros podían escucharlas, se elevaban con la brisa primaveral que ahora forma parte de las noches en Bengasi. El sobrino recibió llamada de su futura esposa y mi esposo insistía para que me pasaran el teléfono y yo pudiese saludarla. El sobrino la disculpó, se intimido con el idioma, pero le mandé a decir que en mi casa era bien recibida hablase o no hablase inglés. Mi cuñada me pasaba la mano por la espalda y sonreía con los ojitos aún llorosos.

 

¡Crezcamos! Que oportunidades de crecimientos se presentan cada día.


Daritza Rodríguez-Arroyo, Todos los derechos reservados de autor / Los Relatos de Aziza. Copyright ©.

jueves, 19 de marzo de 2015

“No way to run”


 


 Se supone que mañana viernes, tendríamos la visita de una familia muy querida. Son las 11:21 p.m. y nos acaban de llamar. Han cancelado la visita porque en su edificio, donde son alrededor de tres familias palestinas y una libia (que pagan una renta de interés social, desde hace más de 30 años, cuando los palestinos podían recibir el beneficio, situación que cambió a mediados de la década del 90, aunque se respetaron los contratos ya existentes) les han alertado que la población libia del barrio está planificado desalojar a los palestinos que viven en proyectos del gobierno.

Es el mismo caso de la viuda palestina que les había contado hace un tiempo; viajó a visitar familiares a una ciudad en el Sahara y la llamaron que no regresara porque los vecinos habían traído una familia libia para que ocupara su apartamento, sus pertenencias fueron repartidas entre los vecinos. ¡Fuertísimo el asunto!

Tenemos a nuestros amigos en nuestras oraciones, han hecho bien en no dejar el apartamento, aunque sabemos que en una ciudad donde no hay ley, ni orden y el país está dividido en dos gobiernos, tarde o temprano nuestros amigos, sus vecinos y muchos otros palestinos y sirios, que no tienen casa propia, serán desalojados de la peor manera.

Por otro lado se vale mencionar que el edificio donde vivimos es privado, el dueño es libio y le renta sólo ha palestinos y sirios; dice que por lo limpios y cuidadosos que suelen ser con las propiedades y porque mientras trabajan nunca dejan de pagar renta. En estos momentos, donde casi todos los extranjeros han quedado sin trabajo, este señor no ha recibido el pago correspondiente a la renta de cuatro familias desempleadas; una palestina y el resto sirias. Hay dos apartamentos vacíos en el primer piso y los únicos que pagamos renta somos nosotros.

 El dueño del edificio les ha dicho al resto que el dinero puede esperar, van seis meses, todos nuestros vecinos continúan desempleados viviendo –comiendo- de ahorros que ya se están agotando, todos temen ser desalojados en cualquier momento porque a pesar de que el edificio no es del gobierno, todos entienden que el dueño ha sido extremadamente indulgente y que no hay que olvidar que este es su negocio y no un centro de acogida a migrantes indigentes.

 

¿Regresarse a sus países de origen?Siria está en guerra hace cuatro años y aparenta ir para largo, mientras que por más de sesenta años Palestina sufre la exterminación paulatina por parte del gobierno israelí, el sector extremista judío del país y sus aliados… “No way to run, no place to run”.

Así marcha la vida por estos lares, donde las preocupaciones y prioridades para muchos son tan básicas y vitales como el techo y el pan de cada día.

Daritza Rodríguez-Arroyo, Todos los derechos reservados de autor / copyright ©.

losrelatosdeaziza.blogspot.com|De Daritza Rodríguez - Arroyo

domingo, 15 de marzo de 2015

América es un continente

http://www.taringa.net/posts/ciencia-educacion/17089947/Trolleando-al-Racismo.html
América es todo un continente, no se limita a un país –Estados Unidos- ni a una nacionalidad –la estadounidense- y aunque los puertorriqueños, por ser habitantes de un territorio no incorporado de los Estados Unidos, adquirimos la nacionalidad estadounidense al nacer, poseemos una arraigada identidad cultural puertorriqueña que nos distingue de los  estadounidenses. Es decir, que todos los habitantes del continente americano sean o no estadounidenses, son americanos por igual, incluido el Caribe, por supuesto.

«Debe evitarse el empleo de americano para referirse exclusivamente a los habitantes de los Estados Unidos, uso abusivo que se explica por el hecho de que los estadounidenses utilizan a menudo el nombre abreviado América (en inglés) para referirse a su país. No debe olvidarse que América es el nombre de todo el continente y son americanos todos los que lo habitan».

-Real Academia Española

Por otro lado, como puertorriqueños,  sobre nuestra herencia genética y cultural “árabe-amazigh” a través de la española hay bastante información recopilada para consultar. La influencia andaluza en Puerto Rico fue sobresaliente y estando aquí, en el norte de África – Tamazgha- donde predomina la etnia indígena “amazigh” no ha de extrañar que un hombre o una mujer puertorriqueña pase como uno más y ni siquiera se sospeche que sea extranjero; hasta que hable, claro está.

Aportando al tema les comparto parte del intercambio –en idioma árabe- entre dos palestinas radicadas en Libia, sobre mis facciones, orígenes y nacionalidad. En la imagen compartida  he incluido una traducción al español de lo escrito por una de ellas y la aclaración a las interrogantes, que con la ayuda de mi esposo pude redactar en árabe para no dar lugar a interpretaciones erróneas.

 

 Vivencias de una puertorriqueña en Libia * Daritza Rodríguez-Arroyo, Todos los derechos reservados de autor / copyright ©.

domingo, 8 de marzo de 2015

"Èso, es un pollo sin cabeza"

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    Stone Park -  Marzo, 2015: Tocra, Libia



Pasamos un día de lo más chévere. Aunque era un viaje pensado, la invitación vino por sorpresa, a último minuto y por parte de Faraj. Eran las 2:00 p.m. del día del sermón (jumma) -día viernes-  y hora en que los hombres ya han llegado de la mezquita y las mujeres se supone estén a punto de poner la mesa. Digo se supone, porque en mi caso a esa hora es que comienzo  a ver qué es lo que voy a cocinar. Cuando Marido recibió la llamada sólo había una olla de agua hirviendo sobre la hornilla, así que sin pensarlo contesté en afirmativo a su consulta y le confirmamos a Faraj.

Mientras Marido vaciaba la alacena en una bolsa, yo me envolvía la cabeza y me aseguraba que la ropa a utilizar me cubriera lo suficiente el trasero, eso evita tener a Marido todo el día detrás de mí bajándome la blusa o mirándome con insistencia para que sea más cuidadosa con mi vestimenta cuando salgo a la calle.

Ya listos tocaron a la puerta, era Mohammad el esposo de Nana. Como el viaje pensado los incluía a ellos, le dije a Marido que los invitara, pero Mohammad contestó que ese tipo de viaje precisa arreglos, no es cosa de hacerse a último momento.

No sé qué le habrá dicho Marido, que lo hizo cambiar de opinión y paquetes en mano esperamos frente a nuestra puerta por Mohammad, Nana y los chicos. Nana tardó tanto, que ya picando las 3:00 p.m. estábamos todos frente al edificio esperando por ella y con el temor de que -conociéndola- estuviese cocinando. Los niños estaban felices, ya saben, para ellos de entre 6 y 2 años de edad y extranjeros, no es fácil vivir enclaustrados en un apartamento en el cuarto piso de un barrio libio.

El tráfico estuvo descomunal, ya les he comentado que la ruta que va de Bengasi al este se ha convertido en el área de mayor actividad, ha sustituido por completo el centro de la ciudad. Entre la kilométrica fila de autos para la gasolina que clausura todo un carril en diferentes tramos, los funerales hacia el improvisado cementerio, el nuevo mercado de frutas y vegetales, y los puntos de cotejo del ejército, nuestro viaje que en situación normal tomaba 45 minutos, se tomó exactamente dos horas.

Eran las 5:00 p.m. cuando llegamos al “Parque de Piedra” y Faraj -que había llegado antes- ya estaba buscando lugar para estar. El parque estaba repleto, familias retozando, cocinando al aire libre y jugando. Conseguimos dos mesas; ya saben, una grande que nuestros maridos destinaron para mujeres y niños, y la pequeña para ellos tres continuar hablando sobre lo mal que va el país y ese tipo de cosas que por lo regular hablan los hombres cuando están “entre ellos”.

Como ninguna de las allí presente había cocinado y la premura sólo había dado oportunidad de colectar las golosinas de nuestras respectivas alacenas, sin chistar fui la mujer designada para solicitarle a los maridos que ordenaran la comida, que teníamos hambre.

Tan pronto regresé a la mesa de las féminas, se acercaron los hombres a pedirnos el dinero para poder comprar el almuerzo. Tremendo ataque de risa porque Nana, Reem y esta servidora abrimos nuestras carteras y le entregábamos el dinero de a poquito con caras de… ¿Quiénes son las oprimidas? Bien que existen en este y en muchísimos países, pero es un tema que como casi todo, no es para ser generalizado.

El servicio del lugar suele ser bastante eficiente -aquí en Libia con la comida no se juega- pero para nuestra sorpresa llegó una bandeja menos e hicimos la protesta de las cucharas rebeldes; “¡Otra bandeja! Que ustedes son tres y de ésta comerán seis”.

Allá fue Faraj y ordenó la bandeja restante. Nos dio por pensar que por gordas nuestros maridos nos habían puesto en régimen dietético sin consultarnos. Mientras ellos alegaban que era consecuencia de la crisis económica. Wafaa protestó diciendo que en la primera bandeja habían servido la mitad de un pollo. Inspeccioné el pollo y se veía defalcado, solicité la presencia de uno de los hombres y llegó Marido. “Éso, es un pollo sin cabeza. ¿A caso quieren les incluyan el pescuezo y el pico?” Dijo Marido con cara seria y voz firme –así se comporta fuera de casa, bueno, así son los tres-  y Wafaa, la hija de Faraj le repicó igualmente seria, firme y mirándolo a los ojos; “Amu (tío) Hani, es un pollo sin cabeza y sin la mitad de la pechuga”.

¡Que relajo!

Luego del almuerzo repartimos las golosinas y los refrescos, hicimos caminata, todos jugamos con los niños y las chicas hasta bailamos “Dabka" 1  (danza popular de los países "Sham"2 ).
 
De regreso, ya como a eso de las 7:00 p.m. mi esposo me comenta que a pesar de haber sido sólo una hora y media se había pasado bien. Le digo, que la sensación de bienestar que todos sentimos se debió a la calidad del tiempo vivido y no a la cantidad.

Las mujeres no cocinamos y pudimos estar “entre nosotras” hablando cosas que no se hablan igual con ellos en frente -lo mismo les aplica a ellos, porque para todo hay su lugar y momento; no aporta nada el estar siempre segregados, pero el separarnos de vez en cuando se disfruta bastante. Los niños por su parte, habían estado corriendo, jugando, en movimiento… todos al aire libre.

¡Lo necesitábamos! ¡Lo disfrutamos! Bien que regresamos a casa bendecidos y agradecidos a Dios, esperando lo mejor del porvenir de todos.

Glosario:

1. La dabka o dabke (en árabe دبکة) es un baile popular de Oriente Medio. La pronunciación dabka es la estándar, mientras que dabke refleja la pronunciación popular de algunas zonas como Líbano, Siria, Jordania, Israel, Palestina, etc. Ambas se escriben igual en árabe. A menudo se traslitera también dabkah o dabkeh.


2. País de Sham:

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El país de Sham.
El País de Sham (en árabe بلاد الشام Bilād ash-Shām) es también llamado Siria Histórica o la Grande Siria. Este territorio es una región histórico-cultural de Oriente Medio que comprende, aproximadamente, los actuales Estados de Siria, Líbano, Jordania, Israel, los Territorios Palestinos y el Sandjak de Alejandreta (actual Provincia de Hatay), este último se encuentra actualmente en manos turcas.
En ocasiones se excluye del concepto a la región compartida por Siria e Irak llamada Yazira.
Esta región era conocida como "Siria" a secas hasta que la división de la zona, oficializada en la Conferencia de San Remo de 1920, restringió el término a lo que hoy es la República de Siria. En un contexto histórico, por tanto, «Siria» puede seguir designando a toda la región.
Sin embargo, lo más frecuente es que en la actualidad, para diferenciar ambos conceptos, se añadan los adjetivos mencionados o se utilice el nombre árabe. El nombre Sham es una de las denominaciones árabes de la ciudad de Damasco. En árabe se utiliza con frecuencia la expresión Bilād ash-Shām, así como el adjetivo derivado shāmī (m) - shāmiyya (f) para referirse a toda la región (que comparte numerosos rasgos culturales), mientras que para el Estado de Siria se usa la voz Sūriyā, anteriormente empleada solo por los cristianos orientales para referirse, sobre todo, a la Iglesia ortodoxa siria.


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Nota: Un blog se nutre de la participación de sus lectores. Agradezco sus comentarios bajo esta publicación.