Ayer en la marcha contra el genocidio palestino que aconteció en San Juan, Puerto Rico, me abracé a Nour. Llegó retrasada porque hasta último momento se dedica a coser banderas palestinas para repartirlas en las manifestaciones. Si le preguntas cuánto valen, se ofende; para ella es un honor que los puertorriqueños queramos enarbolar la bandera de su tierra. Comenzamos a hablar de los últimos acontecimientos del genocidio y Nour se echó a llorar sin consuelo; decía que ver a su gente volver a salir dejándolo todo y aún así, siendo ejecutados, le dolía en el alma.
Nour, lleva muchos años viviendo en Puerto Rico, aquí han nacido sus hijos. Aproveché para agradecerle todo lo que hace por las hermanas puertorriqueñas conversas al islam y le dejé saber la alta estima que le tienen. "Siempre que hablan de ti, lo hacen con mucho amor y agradecimiento. Dicen que eres un ser humano excepcional, muy dada a ayudar a quien lo necesite, muy dulce en tu trato. Y yo te agradezco".
Ella se emocionó aún más y nos volvimos a abrazar. "Quiero que los puertorriqueños conozcan a los palestinos, a mi gente, a través de mí. Somos gente buena, somos gente buena"; decía la dulce Nour, ahogada en llanto.
Entonces, a la que le dio un sentimiento inmenso fue a mí. ¿Por qué una persona tendría que entre lágrimas, asegurarme que su gente es buena? Por mí parte, me consta.
Desde el 2011 trato con palestinos, desde el 2013 convivo con ellos, pero de joven, en la casa nos visitaba un palestino, que como comerciante se acercó a nuestra familia e incluso a nuestra comunidad, pero como persona nos ganó el corazón, Omar Salim se llamaba. Una pena que aunque se enteró que me había comprometido con un paisano suyo, falleció antes de que mi esposo y yo nos radicaramos en Puerto Rico.
En Occidente se han esmerado en la deshumanización de los árabes y musulmanes, el sionismo y sus ramas en territorio americano, se ha especializado en hacerlo directamente con los palestinos. Cuando escucho a personas refiriéndose a ambos grupos de la peor manera, les pregunto que a cuántos árabes, palestinos o musulmanes conocen, qué con cuántos han hablado o han tratado; pues no me parece justo asumir posturas y opinar por lo que nos llega desde la manipulación mediática de gobiernos y todos los llamados grandes intereses.
La maldad no es exclusiva de una raza, cultura o religión especifica; la maldad -al igual que la bondad- radica en el corazón humano y antes de juzgar o etiquetar a otros, deberíamos ocuparnos en conocerles desde su trasfondo personal, y como grupo étnico o social, conocer su historia, su trayectoria, su situación actual.
Ni Nour ni ningún otro palestino debería sentir la necesidad de convencernos o que sepamos que son buenos, pero ya que la conozco puedo decir que con su calidad humana, Nour es digna representación de la comunidad palestina, árabe y musulmana en Puerto Rico.
Lo último que alcancé a decirle, fue que en medio de esta tercera catástrofe, de este genocidio, cuando al palestino ya le ha sucedido lo peor que le puede suceder a cualquier ser humano, con ésto de que por primera vez el mundo le presta atención a Palestina y a los palestinos, que están hablando de ellos y por ellos, que junto con todo, para miles de Occidentales esta catástrofe ha significado un "quitar de vendas"; me atrevo a asegurar, que Dios los utiliza para transformar el mundo, que han y están pagado un alto precio, pero que están haciendo historia y ya el mundo, después de octubre 7 del 2023, no será el mismo.
De ser invisibles, ahora la gente quiere saber más de los palestinos, los están conociendo, los están tratando. Esta generación "no come cuentos", no se deja manipular, son comunicadores, son eco, son actos.
Estoy al tanto que el interés y la empatía se va extendiendo a árabes en general e incluso, hacia el islam.
Que Dios bendiga a Nour, a los palestinos y a Palestina. Que Dios bendiga a toda la humanidad.
*Foto tomada del Internet
**Nombre ficticio, pues no le dije a esta hermosa mujer palestina que publicaría nuestra conversación.
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