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Ayer cumplí 42 años de vida, de vida intensa, vivida como la he podido y he querido, con errores y aciertos, en
constante e interminable aprendizaje, como Dios ha permitido.
Cuando era adolescente me
gustaba imaginar cómo sería mi vida cuando finalmente cumpliese los dieciocho,
los veinticinco y cuarenta; ahora ya he dejado de imaginarme la vida. A mis
cuarenta y dos, simplemente la vivo día a día, sin muchos planes o estrategias.
Mi vida es la mejor de las historias, tiene propósito, la escribe Dios quien
como creador conoce las necesidades de mi espíritu y los anhelos de mi corazón,
en Él que me da la fortaleza y me ha dotado
de capacidades, confío.
La vida en Libia es dura,
muy complicada, pero estaba en mi camino. ¡Maktub! Nunca olvidaré la noche en
que saliendo de una obra de teatro en San Juan, Puerto Rico en compañía de mi
amiga Rose Marie Bonilla, mi amigo Héctor Méndez me presentó a sus grandes
amigos, Edwin Batista y Edwin Ocasio. Recuerdo que conversábamos en un
restaurante del Condado sobre mi viaje a Libia y mi decisión de
establecerme en este país junto a mi esposo, árabe y musulmán a quien había
conocido por Internet y de quien estaba -y estoy- muy enamorada.
Durante la conversación,
Edwin Batista mostró rostro de desaprobación e incredulidad; “¡Esta mujer ha de
estar loca!” pensaría mientras me escuchaba hablar. No recuerdo su pregunta
exacta, pero si mi respuesta matizada de sarcasmo; “Quizás mi espíritu necesita
experimentar el claustro, la opresión y el sometimiento… “. Hoy día Edwin y yo nos
consideramos amigos, hemos reflexionado y hablado sobre esa conversación y por
mi parte cada vez que la recuerdo, la vinculo a hechos pasados y presentes, me
maravillo.
Mi vida entera fue una
preparación para este presente, que si bien no me ha expuesto a una opresión o
un sometimiento como al que de seguro tenía Edwin y muchos de ustedes en mente
y al que me refería yo de forma sarcástica, si lo ha hecho con experiencias de
vida que envuelven GRANDES lecciones para mi espíritu y que de no estar en este
“aquí y ahora” con todo lo implicado, jamás hubiese recibido.
Dios inteligencia suprema
sabe más. Además no tengo dudas –lo he dicho muchas veces- que cuando una
persona encuentra su camino, y su propósito en la vida, Dios lo capacita a fin
de que cumpla su destino y cada uno de sus compromisos espirituales.
Tampoco tengo dudas de que ahora
estoy donde tengo que estar. ¿Por cuánto tiempo? Sólo Dios lo sabe pero repito,
en Él confío.
Soy feliz, hasta ahora no me
ha faltado salud, disfruto de mucho amor en la medida que lo siento por mí
misma, lo comparto y lo recibo de personas muy especiales. Tampoco han faltado los
recursos necesarios para tener una vida digna, y siento el amparo y compañía
constante de Dios y mis seres amparadores. Además también cuento con el amor
incondicional y constante de mis padres, hermanas, sobrinas, una gran familia,
amigos del alma y muchísima gente buena y buena gente que se mantienen en
contacto irradiando desde mi Puerto Rico querido y otros países alrededor del
mundo, sus mejores deseos de bienestar y armonía para conmigo, mi esposo y
nuestras familias. ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!
Los que siguen mi día a día
en Libia a través de Los Relatos de Aziza, saben de la escases de recursos,
inseguridad y violencia que se vive en Bengasi, entre la guerra civil que recrudeció
el pasado mes de octubre de 2014 y la xenofobia ya existente que el conflicto bélico
ha exacerbado. Aun así deseaba celebrar mi cumpleaños, celebrar la vida, la
esperanza; creo que en tiempos de desasosiego y tristeza queda de uno
imponerse, contar bendiciones –porque siempre las hay- y celebrarlas. Somos más
poderosos que las circunstancias.
Aquí son tan diferentes a mí
y yo soy tan diferentes a ellos, pienso. Luego repienso, ¿Y si quito el factor
“costumbre”? Entonces, en esencia, ya no somos tan diferentes. Las diferencias
están en la forma en que se nos enseñó y acostumbró a ver y vivir la vida. Si organizo
una fiesta de cumpleaños, aunque sea un poco al estilo de ellos, mis sobrinas,
mis cuñadas, concuñados, amigos e incluso mi marido tendrían una pausa en ese
agotador intento diario por ver la luz al final del camino, dejaran de
exprimirse la mente y estrujarse el corazón preocupados por un futuro incierto
–para mi inexistente-, saldrían de esa taciturnidad que tanto me inquieta;
estaríamos juntos, charlando, compartiendo los alimentos, riendo, abrazándonos,
vibrando en positivo. Así lo decidí, celebraríamos mi cumpleaños.
Aquí no es muy común que los
adultos celebran su cumpleaños, incluso en muchas familias los cumpleaños de
los niños pasan sin pena y sin gloria. Mi esposo estuvo de acuerdo por el mero
hecho de complacerme y una de mis cañadas cuando la visité para invitarla me preguntó
a manera de broma si me pensaba que era una niña; le contesté que de alguna
manera, en mi interior, siempre soy niña.
Madrugué a eso de las 10:30
a.m. -ya saben- y salimos a recorrer las caóticas vías de Bengasi. Como ya he
contado antes, el centro de la ciudad es zona de conflicto, destrucción y
desolación, ya nada está donde se supone, donde debería o estaba antes. El día anterior visitamos
varios supermercados, lo que no estaba disponible en uno, lo estaba en otro, pero
era evidente, ya los alimentos industrializados e importados no están llegando
como antes y Libia importa un 85% de los alimentos que su población consume.
Agraciadamente conseguimos todo lo necesario, aunque a un precio injustamente
triplicado. Nos faltaba el bizcocho de cumpleaños, los dulces de repostería y
los entremeses. ¡Ah! También un cordón para colgar las guirnaldas de globos o
bombas, como decimos en Puerto Rico. Aquí les llaman “balunas”
Andamos y desandamos, todo
carísimo, atenidos a “lo que hay”, pero se logró. Por último conseguimos el cordón,
pues mi esposo entró a un taller de reparación de asientos de auto y explicando
que teníamos un cumpleaños y no teníamos como colgar los globos, el hombre se solidarizó
con la “Aziza causa” y le entregó un carrete de cordón. “¿Cuánto?” Preguntó mi
esposo. “Es mi regalo, lléveselo”. Contestó el hombre. ¡Tremendo!
En fin, que con tres horas
de anticipación a la llegada de los invitados, improvisé salón y esquina de
damas en el área central del apartamento que regularmente –en nuestro caso- nos
sirve de salón comedor, dejándole a los hombres el espacio del salón de visitas
que habíamos decidido sería mixto. Ya saben que aquí en Libia, “los nenes con
los nenes y las nenas con las nenas”.
Cuando recibimos amistades, regularmente
no hay líos de segregación por sexo si se trata de sirios y palestinos, y son
gente de confianza, pero vendrían mis cuñadas y concuñados, que a pesar de ser
palestinos llegaron muy pequeños o nacieron aquí en Libia y han adoptado una conducta propia de
libios, que aunque no extrema, si es bastante conservadora y tradicional tanto
en lo cultural, como en lo religioso.
Bueno, saqué el salón árabe
color purpura al espacio o salón central para las mujeres y el marrón quedó
para los caballeros. Los globos los dejé sin llenar porque mi sobrina Ronda -10 años de edad- me había rogado para que no decorara sin su presencia y las
demás sobrinas, secundaron su moción, así que no me quedó otro remedio. Los
globos serían la atracción de los niños.
Puse a calentar suficiente
agua, pues en toda actividad árabe, el té, preferiblemente rojo, se sirve de
manera constante. Ya les había contado que en Bengasi no hay gas desde hace un
par de meses, todo se cocina en las estufas de una sola hornilla que
regularmente se destinan a las emergencias. Mi decisión fue la de no cocinar
para la celebración de mi cumpleaños y en su lugar, comprar bandejas de entremeses en
reposterías especializadas que regularmente se encuentran en cualquier esquina.
Agraciadamente, porque si es pesado cocinar una comida completa para dos en una
sola hornilla, imagínense hacerlo para dieciséis personas. ¡No way!
Pero yo lo advertí. Hace
unos días atrás mi amiga Nana me invitó a
su cumpleaños y nos agasajó con un
delicioso y variado “buffet” de entremeses árabes y cuando le advertí que no
esperara lo mismo en mi fiesta por la ausencia de gas, me dijo que todo lo
había hecho en una hornilla, incluido el bizcocho de tres capas, de chocolate,
banana y crema. El bizcocho lo hizo a baño de María. ¿Pueden creerlo? ¿No?
Tengo la prueba, miren. Le pregunté si había estado todo el día metida en la
cocina y con una sonrisa me contestó que sí. Todo el día, con una hornilla y
atendiendo a tres tormentitas divinas que Dios le ha dado por hijos. Me costó
cerrar la boca después de quedarme estática en una expresión de “Wow”.
Coloqué las brochetas de pollo, papas y pimientos en el horno, junto con las empanadas de carne molida y me di a la tarea de hacer dos bandejitas de huevos endiablados, rogando claro, que me quedaran como los que prepara mi hermana Yazira, pues gozan de la aceptación de toda la familia en cada fiesta. Conseguir las brochetas y empanadas hechas fue toda una bendición. De hecho, tras tres establecimientos visitados, encontrar una sola bandeja acabada de colocar en el mostrador fue justificación suficiente como para lanzarme sobre la misma con cara de desesperación. El hombre que venía directo hacia ellas con evidente intención de apropiárselas no se saldría con la suya. ¡No señor! Primero porque yo no pensaba cocinar y tenía toda una fiesta ya montada en par de horas y segundo, porque yo las vi primero. “Aziza, tranquila, él es el empleado que va a pesar la bandeja para darnos el precio”. Me dijo mi esposo medio avergonzado. “¡Oh! Hubiese sabido antes”, comente yo sintiéndome ridículamente ridícula. ¡Ja,ja! El chico de la caja registradora se estaba riendo, lo vi.
Aprovechando el horrendo
color “Shocking pink” de la pared donde solía estar posada la “Strawberry
Shortcake”, y la cortina rojo burdel “old fashion” que se han rehusado a cambiar
todos los inquilinos que ha tenido este apartamento, ambienté lo que
bauticé como “The lady’s corner”. Constó
de una mesita con bombones de chocolate, bebida espumosa de fresas y la bandeja
de fresas con chocolate fundido; fue un éxito entre mis cuñadas, amigas y hasta
entre los niños que –como era de esperarse- nos invadieron el espacio.
Me habían preparado un
bizcocho de chocolate relleno de fresas y dulce de leche, tipo volcán, se veía
divino. Pero la sorpresa mayor fue ver que entre mi hermana y Adrianita me habían
decorado la piña de entremeses que tanto quería para mi cumpleaños. Sí, hablo
de esas piñas que hacían de centros de mesas en las fiestas de mi infancia en
Puerto Rico. Adriana se había encargado de pincharle todos los palillos con
pinchitos de jamón, queso, aceitunas y cerezas. ¡Mmm! ¡Espectacular!
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Coloqué las brochetas de pollo, papas y pimientos en el horno, junto con las empanadas de carne molida y me di a la tarea de hacer dos bandejitas de huevos endiablados, rogando claro, que me quedaran como los que prepara mi hermana Yazira, pues gozan de la aceptación de toda la familia en cada fiesta. Conseguir las brochetas y empanadas hechas fue toda una bendición. De hecho, tras tres establecimientos visitados, encontrar una sola bandeja acabada de colocar en el mostrador fue justificación suficiente como para lanzarme sobre la misma con cara de desesperación. El hombre que venía directo hacia ellas con evidente intención de apropiárselas no se saldría con la suya. ¡No señor! Primero porque yo no pensaba cocinar y tenía toda una fiesta ya montada en par de horas y segundo, porque yo las vi primero. “Aziza, tranquila, él es el empleado que va a pesar la bandeja para darnos el precio”. Me dijo mi esposo medio avergonzado. “¡Oh! Hubiese sabido antes”, comente yo sintiéndome ridículamente ridícula. ¡Ja,ja! El chico de la caja registradora se estaba riendo, lo vi.
Compramos fresas, están en
temporada. Fueron dos kilos por el equivalente a $2.50USD, una de las pocas
bondades del presente libio. Preparé una bandeja de fresas con chocolate que
encargarla en Puerto Rico hubiese sido darse un lujo; algo tenía que preparar
con mis propias manos además de los huevos endiablados.
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¿Globos? Hasta en el techo. Los
niños se ingeniaron una piscina de globos en pleno salón de damas y la alegría
de ellos, fue la alegría de todos. “¿Titi Aziza, podemos esto y lo otro?”
Preguntaron. “Ya no pregunten más que toda esta fiesta es sólo para ustedes,
hagan lo que quieran”, contestaba mientras mis cuñadas que suelen ser más de
controles se resignaban al “no rules birthday” de la “ameriquiya” esposa de su único
hermano. ¡Uffff!
Mi cuñada Fatin, fue la
primera en llegar junto a su esposo Hussam y las niñas; Rowa y Ronda de doce y
diez años respectivamente. Unos treinta minutos más tarde llegaron mi cuñada
Haná, su esposo Abu Waleed y sus niñas; Reem y Roaa, de doce y nueve años. Mi
amiga Sarah y su esposo Hicham se excusaron, la madre de Sarah estaba recluida
en el hospital y mi otra amiga, Nana, llegó más tarde porque salió de compras y
olvidó su cartera en la tienda. Además dejó al marido cuidando los niños, dijo
que merecía espacio y tiempo, ya que es ella la que siempre cuida de los hijos
cuando él sale a trabajar o a jugar cartas con los amigos. Los últimos
en llegar fueron mi amiga Reem y su esposo Faraj con Wafaa de trece años, Ahmad
de once y mi adorado Kamal, de apenas cuatro. A Faraj le había surgido un
trabajo y en tiempos de desempleo en que todos estamos viviendo de ahorros,
buscar el pan de la familia es primero. Estuvieron todos los que así lo
sintieron y fue maravilloso.
Pero la gran sorpresa del día
estuvo por parte de mi adorada familia, desde Fátima, Vega Alta, Puerto Rico y vía
Skype. Resulta que rogando que la señal de Internet no fallara, mantuve la
computadora conectada y con el programa de Skype abierto. Así, cuando mi
familia me llamase los podría escuchar de inmediato. Coloqué la computadora
sobre el mueble de las vajillas, al lado de la mesa del bizcocho. Justo cuando
me iban a cantar el “Cumpleaños feliz” Escuché que me llaman desde Puerto Rico,
era mi hermana Yazira, junto a Papi Edwin, Mami Santa y mis sobrinas, Adriana
Paola y Gabriela Sofía.
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Pues resultó que de manera simultánea,
en tiempo real, en vivo y a todo color… jajaja mi familia en Puerto Rico y mi
familia y amigos aquí en Libia me cantaron el “cumpleaños feliz” en árabe, inglés
y en español. Me hicieron muy feliz, quizás ninguno de ellos, acá y allá, sepan
realmente cuánto. Fue un momento indudablemente inolvidable, mi hermana Yazira
lo coordinó todo. Ver a Mami y Papi cantándome cumpleaños me sacó lágrimas y
ver a mi Adriana y a Gabrielita tan contentas soplando la velita del bizcocho
por mí… no hay palabras cuando los sentimientos se desbordan. Estoy segura que
cuando se soplaron las velas de un lado del mundo y del otro, el deseo fue el
mismo… “soñando con Puerto Rico”. ¡Que bueno es Dios y su amor en cada uno de
nosotros!
Como de costumbre, otras limpiaron
la cocina, fregaron los trastes y prepararon el café por mí. Los hombres
conversaron, tomaron té hasta el cansancio, las chicas hicieron lo propio
apostando a la afinidad que agraciadamente se dio entre todas ellas. Después
del café y la entrega de regalitos nos despedimos de besos y abrazos con planes
de irnos todos de pasadía al parque de piedra en algún momento de este mes o el
siguiente, In shaa Allah!!! Reem y Faraj se quedaron una hora más. Wafá, Ahmad
y en especial el pequeño Kamal jugaron y rieron hasta el cansancio en la
piscina de globos improvisada en pleno salón de damas.
“¿Kamal, cuál es el mejor
cumpleaños del mundo?”, le preguntaron. “¡El de “ameme Aziza!”, contestaba a la vez que se llevaba dos bolsas de "balunas". “Estoy
muy feliz hoy, lo estaré mañana y los siguientes días por este cumpleaños”, decía Wafaa. Mientras Ahmad
me felicitó, contadas, unas cinco veces porque lo estaba pasando muy divertido.
¡Carajo! De eso se trataba. ¡Misión cumplida!
Este año apenas está
comenzando, yo acabo de cumplir 42 y estoy convencida de que mientras haya vida,
aun cuando nos falte todo, lo que sea, incluso la salud, Dios está con
nosotros, nunca nos abandona y siempre nos capacita para que vivamos de forma
intensa, en grande y con abundancia de todo lo que nace y crece desde el amor. No
olvidemos que “somos más poderosos que las circunstancias” y siempre podemos en
Dios y el amor que nos fortalecen.
*Muchísimas gracias a todos
los familiares, amigos, ex compañeros de trabajo, escuela, conocidos y queridos
lectores que tomaron de su tiempo y me felicitaron por “Facebook”. Espero que
Dios multiplique todo ese cariño y bondad en ustedes y sus seres queridos.
¡Gracias por tanto sentimiento hecho palabras! Dentro de un ratito comparto algunas
de las fotos del cumpleaños: Libia-Puerto Rico.
He llorado de alegría al leerte tan felíz! Abrazote fuerte desde la distancia pero con mucho amor y buenas vibras!
ResponderEliminarDayna
Eliminar¡Gracias Dayna!
EliminarHermoso...felicidades y que Dios los guarde!!!
ResponderEliminar¡Gracias!
EliminarTremendo! Me alegra tu felicidad, muchas bendiciones.
ResponderEliminar¡Gracias!
EliminarMe has sacado lágrimas, eres una hermosa persona, de eso no hay duda. Gracias por compartir tanta sabiduría con tus lectores, dan ánimo tus palabras, regalan sonrisas y amor del bueno, ese que nos regala Dios. Un fuerte abrazo de una puertorriqueña en España y extrañando su tierra al igual que tú. Ánimo, sigue adelante con la cercanía que te permite ver todo con ojos y corazón llenos de esperanza.
ResponderEliminarGracias por tus palabras y sentimientos Mónica. Esperemos que muy pronto ambas podamos visitar la patria. ¡Un abrazo!
EliminarMe encanto el relato... Dios te bendiga
ResponderEliminar¡Gracias Isamar! Bendiciones para ti también.
EliminarQue bueno que disfrutaron tu cumpleanos Un respiro muy saludable en ese espacio-tiempo
ResponderEliminarMil felicidades, que bueno que se te dio tu fiesta de cumpleanos. En hora buena!!
ResponderEliminar¡Gracias Fabu!
EliminarMe alegra mucho lo hayas disfrutado, Si Dios Es contigo quien contra Ti! Dios te continue bendiciendo!!
ResponderEliminarGracias Janette!!!
EliminarQue bonito detalle de tu familia :') Muxhas Felicidades y Bendiciones infinitas!
ResponderEliminar¡Gracias Daysha!
EliminarLa celebración de tu cumpleaños fue más que una celebración de la vida; fue un verdadero acto de valentía. ¡Feliz Cumpleaños! Muchas bendiciones para ti y tu familia. Gracias por compartir tus experiencias. No sabes cuánto aprendo leyendo tus relatos.
ResponderEliminarQue bueno que te gusten los relatos María. ¡Gracias y bendiciones!
EliminarMuchas felicidades,que Dios te colme de bendiciones,mucha salud y sobre todo mucho amor. Tienes una hermosa familia y amigos extraordinarios,además de tus seguidores.
ResponderEliminarSiiiiii y muy importante... ¡Los seguidores! ¡Gracias!
ResponderEliminarQué hermosa celebración, con ese heppay birthday cantado en dos continentes a la vez!
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