Pues ya se cumplen tres
semanas desde que Marido transporta a una de sus hermanas solteras de su casa
al trabajo y del trabajo a la casa, seis días a la semana. Ella trabaja en un salón
de belleza, entre 9:00 a.m. y 6:00 p.m. Marido se va a las 8:00 a.m. y regresa
como a eso de las 10:00 a.m. Luego vuelve a salir a eso de las 5:00 p.m. y
regresa a casa a eso de las 8:00 p.m.
Con la mayoría de las vías
alternas cerradas, todo el tráfico se concentra en la vía principal desde la
ciudad hasta el barrio donde vive la familia a las afueras de la ciudad. Ahora
uno de sus cuñados le ha pedido de favor, que algunos días a la semana busque a
las niñas a una escuela que queda a una hora de donde vivimos. Como en Bengasi aún
no abren las escuelas, las matricularon en otra ciudad. En ese caso, prácticamente
no nos vemos.
Esto ha significado el que
yo lleve casi el mismo tiempo sin salir de casa, a excepción de una visita al supermercado.
Claro que esto es preferible a tenerlo trabajando en el desierto, ya va para
cuatro meses sin tener que trabajar en las plantas del Sahara.
Es compleja la dinámica cuando
se ha nacido con la responsabilidad cultural de, por ser el único varón entre
los hijos- ser el responsable de los padres y las hermanas solteras tanto en el
aspecto económico, como social y todo lo que se puedan imaginar.
Apuesto que nunca lo han
pensado, pero les digo que es difícil ser hombre en una sociedad árabe-musulmana
tradicional. Visto de este modo, aquí la mujer vive, por mucho, más relajada
que el hombre, su única responsabilidad es llevar la casa y dedicarse a sus
hijos. Y ojo, que cuando digo ‘única’ no es en ánimo de menospreciarla, es que
no se le suman otras responsabilidades, como es el caso de las mujeres
occidentales que además de la casa y los hijos también deben cumplir con
responsabilidades profesionales fuera del hogar.
Es una cuestión de roles,
que viviendo aquí, estando integrada, ya no se ve como desde afuera. Hay que
verlo desde las complejidades de las estructuras sociales. Aquí muchas mujeres
trabajan, pero una vez deciden comprometerse en matrimonio, sus prioridades
cambian. Dicho por muchas de ellas.
“Fui a la universidad y trabajé,
pero mi deseo desde niña fue el de conformar un hogar y tener una familia. Preferí
dedicarme a ello, cumplir mi anhelo. Mi madre crió sus hijos, ahora está mayor,
debe descansar, sentirse atendida y acompañada. No está para criar otra vez;
tuve madre y quiero que mis hijos también la tengan, para eso me casé y engendré.
Mis hijos me tienen a mí, no delego esa responsabilidad en nadie y no tengo porque
sentirme no realizada u oprimida.”
Antes, al escuchar las
declaraciones de la esposa de un amigo de mi esposo –una pareja joven con dos niños,
ambos contables titulados- hubiese tenido algunos “sí, pero…”, pero como dije,
viviendo aquí, puedo entenderlo y hasta estar totalmente de acuerdo.
Insisto,
paralelo al aspecto cultural hay que tomar en cuenta la estructura social, una estructura
que no da espacio a mujeres solteras y en este punto no puedo negar mi
desacuerdo, pero esto no me impide entender e incluso respetarlo, sobre todo
cuando la mayoría de las mujeres expresan sentirse cómodas y no querer cambiar
las cosas. Así han crecido, son lo que aprendieron e insisten en perpetuarlo, no
todas, pero por lo que he visto quienes así piensan conforman una mayoría.
“Los hombres son responsables
de toda la familia, sobre todo de las mujeres, deben ser proveedores en todo el
sentido de la palabra, deben cubrir las necedades de todo tipo y sobre todo protegernos.
Yo completé mis estudios universitarios, supe lo que es trabajar, ganar mi
dinero y no depender económicamente de nadie. Ahora vivo en una casa que mi
esposo construyó para mí antes de casarnos, no me falta nada. Tengo mi oro, mi
esposo me da dinero para mis gastos personales, vamos de paseo, no está mucho
en la casa porque es el que trabaja, pero es buen padre. ¿Crees que me siento
mal por todo esto? ¡Soy bendecida!”. Añadió la joven madre.
En la estructura social
occidental donde padre y madre comparten roles y comúnmente ambos trabajan no
siempre será posible decidir quedarse en casa con los niños y vivir con un solo
sueldo. Algunas mujeres posponen o renuncian a sus metas y proyectos
profesionales y deciden dedicarse a los hijos y aunque lo hacen con amor, una
parte de ellas, de alguna manera, resienten la renuncia. Pero la mayoría, quienes
no tienen otra opción, salen a trabajar diariamente, e igualmente una parte de
ellas desearía poder quedarse en casa, criando a los hijos.
De este lado se vive el otro
extremo, culturalmente las mujeres han crecido con el ideal inculcado de que la
meta, ese gran proyecto de vida se basa en la familia, en su maternidad, así
que el dedicarse a una carrera profesional sería renunciar a lo que entienden
es su prioridad y anhelo.
Claro que hay mujeres árabes
musulmanas que prefieren destacarse en el campo laboral y lo hacen, depende del
país donde han crecido y los valores o la visión de la familia, pero en los países
más tradicionales no son la norma.
En mi opinión, ninguno de
los dos escenarios está del todo adecuado o erróneo; me parece que es una cuestión
muy personal que las mujeres en ambos lados deben atender buscando el bienestar
de ellas y sus familias. Pero quienes definitivamente no tienen opciones dentro
de esta estructura social árabe-musulmana-tradicional son los hombres y que quede
claro, que de ninguna manera los estoy martirizando, miren que privilegios les
sobran.
En fin, que mañana, un poco
cansados del enclaustramiento, la dinámica de las visitas, el supermercado y -en
el caso de él- el andar de taxista de todos, nos vamos de paseo. Sólo Marido y yo; dice que
necesitamos respirar aire puro, tomar el sol, estar juntos y relajarnos fuera
de casa.
No hay muchas opciones, pero
todo apunta a Tolmeita –ya hemos estado-, las ruinas de una antigua ciudad grecorromana
a orillas del Mar Mediterráneo a dos horas de Bengasi. Nos gusta explorar las
ruinas, caminar por sus calles, adentrarnos en lo que alguna vez fueron aposentos,
templos, plazas, hasta baños públicos al estilo romano e imaginarnos cómo transcurría
la vida hace tantos siglos atrás allí mismo donde ahora pisamos. Ya les contaré. ¡Tolmeita!
Enlace sobre Tolmeita:
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