Sé muy bien que no debemos
idealizar a las personas, pues por condición humana somos todos seres
imperfectos, erramos y acertamos por igual, pues poseemos tantas virtudes como
defectos. Aun así y pasadas más de 24 horas, conservo el mal sabor, la
desilusión.
Ayer regresamos a casa
picando las 6:00 p.m. tras haber almorzado y pasado la tarde con los Shehabi,
la familia de nuestro amigo palestino Mohammad que ahora vive en Ucrania. Como
de costumbre comimos en familia, conversando sobre lo difícil de la situación
en el Oriente Medio y aquí en Libia, sobre lo mucho que la familia extraña a
los tres hijos que han partido, pues meses después de la partida de Mohammad,
otro de los hijos partió al Líbano y una de las hijas se mudó a Misrata, una
ciudad a unos 800 kilómetros de Bengasi y 200 kilómetros de Trípoli, estamos
hablando de unas ocho a diez horas manejado.
Son temas poco agradables,
pero cuando se comparten con gente querida de manera espontánea se experimenta
una sensación de alivio, ocurre cierta liberación de todo lo que hasta entonces
nos ha estado oprimiendo el pecho y ocupando el pensamiento. En medio de todo,
nos reímos muchísimo de nosotros mismos y los infortunios acaecidos durante los casi cinco meses que llevábamos
sin vernos a pesar de vivir en el mismo barrio.
Hasta regalitos me tenían.
“Que no es mi cumpleaños” exclamé sorprendida. “Es que se supone que hoy te
visitáramos por primera vez en tu nuevo apartamento y es costumbre llegar con
regalos, pero como no pudimos, igual te los entregamos. Además en nuestra
cultura no hacen falta días de fiestas u ocasiones especiales para expresar el
cariño y el respeto que sentimos entre unos y otros. ¡Disfruta tus regalos
Aziza!” Fue la reacción de Omm Mohammad, es decir, Faiza, la madre de Mohammad.
¡Cómo no amar a esta mujer y a toda su familia que con tanto cariño me han
acogido desde mi llegada! Lo he dicho muchas veces, son mi segunda familia en
Libia. ¡Dios con ellos!
Justo cuando por fin me
encontraba ligera de ropa, mi esposo recibió una llamada y salió disparado del
apartamento sin pronunciar palabra. A pocos minutos entra dejando la puerta
entreabierta y avisando que una de sus hermanas casadas ha venido de visita.
Como ninguna de mis cuñadas maneja, supuse que estaría acompañada del esposo y
las hijas, así que corrí al dormitorio, donde la “abaya” negra de bordados
florales color dorado siempre está a la
mano para atender a los visitantes inesperados.
Para cuando estuve cubierta
de pies a cabeza, exceptuando la cara y las manos, “como Dios manda” y el
código de vestimenta de la sociedad libia lo exige, salí en dirección al salón
de visitas, haciendo una avispada escala en la cocina donde puse a hervir el
agua para el té.
¡Salam Aleikum! Besos,
abrazos y bendiciones, era mi cuñada con uno de sus hijastros, el que está en
medio de los preparativos de boda. Y a pesar de que algo he aprendido sobre el
tema de las bodas de tradición árabe-musulmana, imaginaran que no perdí la
oportunidad de entrevistar a mi sobrino político, quien habla algo de inglés y
suele ser bastante sociable.
Le pedí que me contase todo,
que quería saber quién era la afortunada, cómo la había conocido, cómo se
llamaba y si hablaba inglés.
-Se llama Mona, que
significa “deseos”. Trabaja en la misma empresa para la cual mi hermano es
contable. Cuando terminé la construcción de mi apartamento deje saber que
estaba buscando esposa, pero aquí en Libia como extranjero, mis opciones se
limitan a chicas palestinas, las familias libias rechazan a cualquier
pretendiente extranjero.
Entonces mi hermano me habló
de esta muchacha, palestina, de las afueras de Bengasi, muy profesional en su
trabajo, educada, modesta, religiosa, sencilla, seria, pero de carácter dulce y
trato amable. Visité las oficinas, me pareció adecuada y le pedí a mi hermano
hiciera el contacto con la chica. Intercambiamos números telefónicos a través
de mi hermano, le propuse matrimonio pero lo habíamos retrasado esperando que
la guerra cesara, cosa que parece no sucederá en buen tiempo.
Así que decidimos comenzar
con los preparativos. Envié a mi madrastra, con su madre y hermanas a hablar
con la madre de ella, la abuela y las hermanas. Las mujeres de su familia me
aceptaron, entonces las mujeres de mi familia me enviaron junto a mi padre y
hermanos a pedir su mano a su padre, tíos y hermanos. También acordamos el
“mahar”.
-¿Cuánto?
-Serán $5, 000.00 LYD más el
oro, lo mismo que dio mi hermano a su hoy esposa. Mañana ira mi madrastra con
su hermana, mi prometida y su madre a comprar el oro. La semana entrante se
celebra el compromiso y en un mes o dos celebraremos la boda. In Sha Allah!
-¿Hace cuánto se conocen?
-De esto hace cinco meses, pero
no nos hemos vuelto a ver, todo contacto se limita a las llamadas telefónicas.
Recuerda que Libia es un país musulmán de corte tradicional, no existe el
noviazgo como ocurre en Europa.
-Lo sé, pero no me deja de
impresionar. Y siempre escucho las historias de las chicas, pero nunca había
podido tener esta conversación con un hombre.
-Entiendo.
-¿Estas contento?
-Sí, lo estoy. Ya era hora.
-¿Estás enamorado?
-Aziza, el amor llega con el
tiempo.
-O nunca llega.
-Pero llegan los hijos y las
obligaciones y eso da sentido a la vida de ambos. La familia lo es todo, así es
la vida de este lado del mundo.
-Sí. Había escuchado que los
árabes siempre dicen que el amor se construye y de cierta manera tienen razón,
pero yo no concibo unir mi vida a una persona sin que justamente el amor sea el
engrudo entre ambos y el cimento de la pareja, y luego de la familia, si es que
los hijos llegan. Así es la vida del otro lado.
Fue inevitable que tío y
sobrino hicieran bromas al respecto mientras mi cuñada se reía, era el momento
indicado para servir el té. A mi regreso
vi a mi esposo entregándole un sobre a su sobrino, mientras mi cuñada le
decía que no era necesario. Pero mi esposo alegó que era su regalo de bodas y
que él no merecía un trato inferior al de su hermano, quien lleva menos de
cinco meses de casados y a quien también se le entregó su regalo. “Para el
oro”, le decía mi esposo, mientras yo preguntaba a todos que cuánto de azúcar
para el té.
Entonces mi cuñada dijo algo
que para variar no pude entender, pero ver la cara de desgracia irremediable de
ella mientras hablaba y el semblante serio y la voz firme con la que mi esposo
parecía reganarla me obligaron a solicitar traducción inmediata.
Mi esposo, conociéndome, respiró
profundo y me dijo que su hermana había
dicho que ella hubiese preferido a alguien mejor para esposa de su hijastro. Pregunté
a qué se refería con eso de “alguien mejor” pues según nuestro sobrino, la
chica venía recomendada por su hermano y con un ramillete de virtudes. “Ella
dice, que esta chica no es nadie y que él ha debido buscarse una doctora como
él, que esté a su altura”.
Mi cara debió hablar antes
que pudiese abrir la boca porque mi cuñada me miraba toda azorada, el sobrino refugió
la mirada en la pantalla de su celular y mi esposo me miró con cara de “Oh! Oh!”
En actitud de conteo regresivo a la explosión de la bomba atómica.
-Por favor, te voy a pedir
que traduzcas lo más claro posible lo que voy a decir, porque aunque tal vez
debería quedarme callada, no puedo.
Mi esposo cerró y abrió los
ojos en un gesto de resignación y asintió con la cabeza sin pronunciar palabra.
-Querida, yo no puedo creer
lo que estoy escuchando. El valor de las personas radica en su corazón, en los
sentimientos expresados en sus palabras y acciones, en sus valores y
personalidad, no en un título universitario, profesión o los bienes materiales
que puedan tener.
-Aziza, él es un profesional
y debió buscarse a alguien de su altura, ella estudio pero jamás se compara a
una doctora. No es lo mismo.
-¿Y quién te dice que ser
doctora garantiza que se es buena persona, que será buena esposa, ama de casa y
madre? Yo no tengo dudas de que esta chica puede llegar a ser todo eso y si no
es así, nada tendrá que ver con su profesión. ¿Tú eres contable? ¿Cierto?
-Sí y al graduarme preferí
casarme y no ejercer.
-Tu estudiaste contabilidad,
tus hermanas unas estudiaron ingeniería y otra agronomía, si todo el mundo
pensara como tú, entonces para poder casarse habría que estudiar medicina. De
lo contrario las personas con otras
profesiones o sin ellas, serían rechazadas aunque fuesen buenas personas. ¿Lo
que me dices es que tus hermanas y tú, valen menos que cualquier doctora en
cualquier parte dl mundo? ¿Entendí bien?
-No Aziza, no digo eso.
Nunca lo vas a entender, es nuestra cultura y además casarse con gente
diferente trae problemas de pareja y de familia.
-La que no lo entiendes eres
tú. El casarse con gente diferente no representa un problema, los problemas los
crean quienes piensan como tú y viven pendientes a las diferencias, creándolas,
marcando distancias, practicando la intolerancia, llenos de prejuicios,
discriminando.
-Es un asunto cultural. Yo me
crie en Egipto y allá es así.
-En todas las culturas hay
gente que piensa como tú, es un asunto, y perdóname que te lo diga, de
ignorancia e inconsciencia. ¿Tú eres musulmana?
-Si.
-Pues yo que no practico el
islam, sé que en tu religión se supone que tanto hombres como mujeres valemos
lo mismo, que tenemos derecho a elegir libre y voluntariamente a nuestros
esposos y esposas, incluso aconseja que se elija a quienes posean valores
morales y religiosos y no por belleza física, posición social o posesiones
materiales. Tu manera de pesar es “haram” ante la religión que profesas y hasta
donde tengo entendido cuando tu familia llegó a Libia tu apenas tenías tres años
de edad.
A este punto de la
conversación mi cuñada tenía el rostro compungido, yo las orejas calientes, mi esposo se limitaba a traducir y el sobrino nos miraba de
reojo, cuando su vista intercalaba tomas entre la pantalla de su celular y la
alfombra.
-Lo mismo que has dicho tú,
me dijo mi esposo. Dijo mi cuñada a punto de lágrima.
-Mira, yo voy a dar por
terminado el tema porque es bastante pesado, pero antes quiero decirte tres
cosas. La primera es que recuerdes que tienes dos hijas, que con lo difícil que
es ser una mujer extranjera aquí en Libia, el futuro no pinta del todo
alentador para ellas. Lo segundo es que en dos años de conocerte me consta que
eres una mujer dulce, amable y de buen corazón, te pido que reflexiones sobre
este tema porque créeme, los prejuicios dañan más a quienes los tienen que a
quienes son víctimas de ellos. Y tercero, puedes justificarte todo lo que
quieras con la cultura y demás, pero
Dios que esta sobre cualquier cultura y religión conoce el interior de tu
corazón. Sacúdete esos sentimientos, no te hacen bien y no los mereces.
-¡Ay Aziza no me hagas
sentir mal!
-Habibty, es que el malestar
que sientes nace en ti, no te lo provoco yo. El problema es que aparte de
sentirte mal tú, por lo negativo de ese sentimiento, con el puedes dañar a
otras personas. Te lo dice alguien que ha sufrido el rechazo, el discrimen y el
prejuicio, por ser, pensar y creer diferente y sabes muy bien de lo que hablo.
De muchos, te voy a
mencionar un solo ejemplo; ¿Tú crees que yo no sé qué cuando llegué a Libia
todos esperaban que la esposa “ameriquiya” fuese una réplica exacta de
“Barbie”; blanca, delgada, de ojos claros con cabello lacio y rubio? ¿Verdad
que sí?
Mi cuñada asintió con la
cabeza mientras las lagrimas le recorrían el sonrojado rostro.
-Pero la que llegó fue esta
que está aquí, trigueña, obesa, de cabellos crespos, ojos oscuros, hablado
español y originaria de una isla en el Caribe que ni sabían que existía. ¿Pregúntale
a tu hermano si es feliz?
-No se pregunta lo que se ve
a simple vista. Y mis hijas y yo te queremos mucho Aziza, tú eres nuestra
familia. Decía mi cuñada llorando al tiempo que me abrazaba.
-Yo también las quiero y las
respeto mucho, a ti y a todos en tu casa. Le decía yo, mientras le pasaba la
mano por la espalda. Y discúlpame si te he hecho sentir mal, pero no podía
quedarme callada, nadie merece vivir prejuiciado y tampoco nadie merece sufrir
el discrimen.
Antes de que sonaran los
violines, el celular del sobrino timbró, mi esposo le pasó una servilleta a su
hermana para que secara sus lágrimas, era evidente que permeaba la tensión. Por
mi parte, encontré el momento justo para bandeja en mano abandonar el salón y
llegar hasta la cocina.
De manera instantánea tras
cerrar la puerta, me puse en cuclillas con las palmas de las manos en el suelo.
Mi ser sabía que lo correcto era liberar, soltar esa carga energética,
regresarla a la tierra para que la transforme en luz y nuevas bendiciones.
Regresé al salón con una
bandeja de dulces y jugo de almendras. Entonces mi cuñada me preguntó si iría a
la fiesta de compromiso. Le contesté que no sería posible, pero que se
asegurara de que me enviaran comida y dulces de la fiesta.
¡Azizaaaaaaaaaaa! Exclamó mi
cuñada, como hace cada vez que digo una de las mías.
Nuestras risas se escapaban
por los huecos de las celosías, llegaban lejos, donde otros podían escucharlas,
se elevaban con la brisa primaveral que ahora forma parte de las noches en
Bengasi. El sobrino recibió llamada de su futura esposa y mi esposo insistía
para que me pasaran el teléfono y yo pudiese saludarla. El sobrino la disculpó,
se intimido con el idioma, pero le mandé a decir que en mi casa era bien
recibida hablase o no hablase inglés. Mi cuñada me pasaba la mano por la
espalda y sonreía con los ojitos aún llorosos.
¡Crezcamos! Que
oportunidades de crecimientos se presentan cada día.
Daritza Rodríguez-Arroyo, Todos los derechos reservados
de autor / Los Relatos de Aziza. Copyright ©.
Tremenda cantaleta que se gano la cuñada! Aunque no la culpo porq ni siquiera a tenido la oportunidad de conocerla bien y compartir con ella. No sabe si de verdad es como la describen, no hay un sentimiento de familia. Habla y juzga por lo poco q sabe de ella... Igual que el novio que se casa con ella solo por lo que le han dicho y por su fisico. La vdd que es bastante vano el inicio se una relacion alla. Solo es importante de que familia viene, nacionalidad y cuanto es el oro y el mahar. Como ella te dijo algo q no vamos a entender aca nunca...
ResponderEliminarQue leccion le diste! y ademas te sacaste todo lo que llevabas por dentro con respecto a tu llegada a Libya y el discrimen. En hora buena.
ResponderEliminarAún estoy impresionado por lo que lei, me refiero a tu reacción, yo no hubiera cambiado una sola palabra de las que pronunciaste. Su punto de vista lo conozco bien, cada día durante estos tres años que llevo viviendo aquí me tropiezo con argumentos como esos, ya debiera estar acostumbrado pero creeme que no hay manera y casi siempre reacciono como tu incluyendo lo de las orejas calientes. Aziza hiciste bien, es tu cuñada y es tu deber explicarle cuan equivocada estaba; sus argumentos difieren mucho de la esencia del Islam y eso es una de las cosas que mas me chocan aqui, la diferencia en algunos casos entre la predica y la práctica. Yo acepto el Islamismo y la cultura medio oriental pirque encuentro en ellas puntos de coincidencia con mi filosofía de la vida, incluso en muchos aspecto aceptar y practicar algunas de estos puntis d vista me ha combertido en una mejor persona y me ha enriquecido espiritualmente, ahora, lo que no aceptaré nunca ( y no es un fenomeno solo de esta sociedad) es el doble discurso. Me da pena con tu cuñada, debe haber pasado un mal rato pero estoy seguro que aprendió una buena lección y te debe estar agradecida.
ResponderEliminarSin palabrasss.....me parece q te sacaste del sistema una gran espina enterrada en lo mas profundo....y q todo se dio en su justo momento; eso es parte de la ley del karma!!!
ResponderEliminarPD: En serio no es posible ir al compromiso??
Gracias por este relato. No tengo más que decir. Dios les bendiga y los prospere en todo lo que se propongan.
ResponderEliminarFe de errata: Aziza disculpa lo de convertido con " b", escribí rápido y no tuve tiempo de revisar. Cuando me percaté ya estaba publicado.
ResponderEliminarMuy acertadas tus palabras!
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