sábado, 21 de marzo de 2015

Debió ser doctora


Sé muy bien que no debemos idealizar a las personas, pues por condición humana somos todos seres imperfectos, erramos y acertamos por igual, pues poseemos tantas virtudes como defectos. Aun así y pasadas más de 24 horas, conservo el mal sabor, la desilusión.

Ayer regresamos a casa picando las 6:00 p.m. tras haber almorzado y pasado la tarde con los Shehabi, la familia de nuestro amigo palestino Mohammad que ahora vive en Ucrania. Como de costumbre comimos en familia, conversando sobre lo difícil de la situación en el Oriente Medio y aquí en Libia, sobre lo mucho que la familia extraña a los tres hijos que han partido, pues meses después de la partida de Mohammad, otro de los hijos partió al Líbano y una de las hijas se mudó a Misrata, una ciudad a unos 800 kilómetros de Bengasi y 200 kilómetros de Trípoli, estamos hablando de unas ocho a diez horas manejado.

Son temas poco agradables, pero cuando se comparten con gente querida de manera espontánea se experimenta una sensación de alivio, ocurre cierta liberación de todo lo que hasta entonces nos ha estado oprimiendo el pecho y ocupando el pensamiento. En medio de todo, nos reímos muchísimo de nosotros mismos y los infortunios acaecidos  durante los casi cinco meses que llevábamos sin vernos a pesar de vivir en el mismo barrio.

Hasta regalitos me tenían. “Que no es mi cumpleaños” exclamé sorprendida. “Es que se supone que hoy te visitáramos por primera vez en tu nuevo apartamento y es costumbre llegar con regalos, pero como no pudimos, igual te los entregamos. Además en nuestra cultura no hacen falta días de fiestas u ocasiones especiales para expresar el cariño y el respeto que sentimos entre unos y otros. ¡Disfruta tus regalos Aziza!” Fue la reacción de Omm Mohammad, es decir, Faiza, la madre de Mohammad. ¡Cómo no amar a esta mujer y a toda su familia que con tanto cariño me han acogido desde mi llegada! Lo he dicho muchas veces, son mi segunda familia en Libia. ¡Dios con ellos!

Justo cuando por fin me encontraba ligera de ropa, mi esposo recibió una llamada y salió disparado del apartamento sin pronunciar palabra. A pocos minutos entra dejando la puerta entreabierta y avisando que una de sus hermanas casadas ha venido de visita. Como ninguna de mis cuñadas maneja, supuse que estaría acompañada del esposo y las hijas, así que corrí al dormitorio, donde la “abaya” negra de bordados florales color dorado siempre está  a la mano para atender a los visitantes inesperados.

Para cuando estuve cubierta de pies a cabeza, exceptuando la cara y las manos, “como Dios manda” y el código de vestimenta de la sociedad libia lo exige, salí en dirección al salón de visitas, haciendo una avispada escala en la cocina donde puse a hervir el agua para el té. 

¡Salam Aleikum! Besos, abrazos y bendiciones, era mi cuñada con uno de sus hijastros, el que está en medio de los preparativos de boda. Y a pesar de que algo he aprendido sobre el tema de las bodas de tradición árabe-musulmana, imaginaran que no perdí la oportunidad de entrevistar a mi sobrino político, quien habla algo de inglés y suele ser bastante sociable.

Le pedí que me contase todo, que quería saber quién era la afortunada, cómo la había conocido, cómo se llamaba y si hablaba inglés.

-Se llama Mona, que significa “deseos”. Trabaja en la misma empresa para la cual mi hermano es contable. Cuando terminé la construcción de mi apartamento deje saber que estaba buscando esposa, pero aquí en Libia como extranjero, mis opciones se limitan a chicas palestinas, las familias libias rechazan a cualquier pretendiente extranjero.

Entonces mi hermano me habló de esta muchacha, palestina, de las afueras de Bengasi, muy profesional en su trabajo, educada, modesta, religiosa, sencilla, seria, pero de carácter dulce y trato amable. Visité las oficinas, me pareció adecuada y le pedí a mi hermano hiciera el contacto con la chica. Intercambiamos números telefónicos a través de mi hermano, le propuse matrimonio pero lo habíamos retrasado esperando que la guerra cesara, cosa que parece no sucederá en buen tiempo.

Así que decidimos comenzar con los preparativos. Envié a mi madrastra, con su madre y hermanas a hablar con la madre de ella, la abuela y las hermanas. Las mujeres de su familia me aceptaron, entonces las mujeres de mi familia me enviaron junto a mi padre y hermanos a pedir su mano a su padre, tíos y hermanos. También acordamos el “mahar”.

-¿Cuánto?

-Serán $5, 000.00 LYD más el oro, lo mismo que dio mi hermano a su hoy esposa. Mañana ira mi madrastra con su hermana, mi prometida y su madre a comprar el oro. La semana entrante se celebra el compromiso y en un mes o dos celebraremos la boda. In Sha Allah!

-¿Hace cuánto se conocen?

-De esto hace cinco meses, pero no nos hemos vuelto a ver, todo contacto se limita a las llamadas telefónicas. Recuerda que Libia es un país musulmán de corte tradicional, no existe el noviazgo como ocurre en Europa.

-Lo sé, pero no me deja de impresionar. Y siempre escucho las historias de las chicas, pero nunca había podido tener esta conversación con un hombre.

-Entiendo.

-¿Estas contento?

-Sí, lo estoy. Ya era hora.

-¿Estás enamorado?

-Aziza, el amor llega con el tiempo.

-O nunca llega.

-Pero llegan los hijos y las obligaciones y eso da sentido a la vida de ambos. La familia lo es todo, así es la vida de este lado del mundo.

-Sí. Había escuchado que los árabes siempre dicen que el amor se construye y de cierta manera tienen razón, pero yo no concibo unir mi vida a una persona sin que justamente el amor sea el engrudo entre ambos y el cimento de la pareja, y luego de la familia, si es que los hijos llegan. Así es la vida del otro lado.

Fue inevitable que tío y sobrino hicieran bromas al respecto mientras mi cuñada se reía, era el momento indicado para servir el té. A mi regreso  vi a mi esposo entregándole un sobre a su sobrino, mientras mi cuñada le decía que no era necesario. Pero mi esposo alegó que era su regalo de bodas y que él no merecía un trato inferior al de su hermano, quien lleva menos de cinco meses de casados y a quien también se le entregó su regalo. “Para el oro”, le decía mi esposo, mientras yo preguntaba a todos que cuánto de azúcar para el té.

Entonces mi cuñada dijo algo que para variar no pude entender, pero ver la cara de desgracia irremediable de ella mientras hablaba y el semblante serio y la voz firme con la que mi esposo parecía reganarla me obligaron a solicitar traducción inmediata.

Mi esposo, conociéndome, respiró profundo  y me dijo que su hermana había dicho que ella hubiese preferido a alguien mejor para esposa de su hijastro. Pregunté a qué se refería con eso de “alguien mejor” pues según nuestro sobrino, la chica venía recomendada por su hermano y con un ramillete de virtudes. “Ella dice, que esta chica no es nadie y que él ha debido buscarse una doctora como él, que esté a su altura”.

Mi cara debió hablar antes que pudiese abrir la boca porque mi cuñada me miraba toda azorada, el sobrino refugió la mirada en la pantalla de su celular y mi esposo me miró con cara de “Oh! Oh!” En actitud de conteo regresivo a la explosión de la bomba atómica.

-Por favor, te voy a pedir que traduzcas lo más claro posible lo que voy a decir, porque aunque tal vez debería quedarme callada, no puedo.

Mi esposo cerró y abrió los ojos en un gesto de resignación y asintió con la cabeza sin pronunciar palabra.

-Querida, yo no puedo creer lo que estoy escuchando. El valor de las personas radica en su corazón, en los sentimientos expresados en sus palabras y acciones, en sus valores y personalidad, no en un título universitario, profesión o los bienes materiales que puedan tener.

-Aziza, él es un profesional y debió buscarse a alguien de su altura, ella estudio pero jamás se compara a una doctora. No es lo mismo.

-¿Y quién te dice que ser doctora garantiza que se es buena persona, que será buena esposa, ama de casa y madre? Yo no tengo dudas de que esta chica puede llegar a ser todo eso y si no es así, nada tendrá que ver con su profesión. ¿Tú eres contable? ¿Cierto?

-Sí y al graduarme preferí casarme y no ejercer.

-Tu estudiaste contabilidad, tus hermanas unas estudiaron ingeniería y otra agronomía, si todo el mundo pensara como tú, entonces para poder casarse habría que estudiar medicina. De lo contrario  las personas con otras profesiones o sin ellas, serían rechazadas aunque fuesen buenas personas. ¿Lo que me dices es que tus hermanas y tú, valen menos que cualquier doctora en cualquier parte dl mundo? ¿Entendí bien?

-No Aziza, no digo eso. Nunca lo vas a entender, es nuestra cultura y además casarse con gente diferente trae problemas de pareja y de familia.

-La que no lo entiendes eres tú. El casarse con gente diferente no representa un problema, los problemas los crean quienes piensan como tú y viven pendientes a las diferencias, creándolas, marcando distancias, practicando la intolerancia, llenos de prejuicios, discriminando.

-Es un asunto cultural. Yo me crie en Egipto y allá es así.

-En todas las culturas hay gente que piensa como tú, es un asunto, y perdóname que te lo diga, de ignorancia e inconsciencia. ¿Tú eres musulmana?

-Si.

-Pues yo que no practico el islam, sé que en tu religión se supone que tanto hombres como mujeres valemos lo mismo, que tenemos derecho a elegir libre y voluntariamente a nuestros esposos y esposas, incluso aconseja que se elija a quienes posean valores morales y religiosos y no por belleza física, posición social o posesiones materiales. Tu manera de pesar es “haram” ante la religión que profesas y hasta donde tengo entendido cuando tu familia llegó a Libia tu apenas tenías tres años de edad.

A este punto de la conversación mi cuñada tenía el rostro compungido, yo las orejas calientes, mi esposo se limitaba a traducir y el sobrino nos miraba de reojo, cuando su vista intercalaba tomas entre la pantalla de su celular y la alfombra.

-Lo mismo que has dicho tú, me dijo mi esposo. Dijo mi cuñada a punto de lágrima.

-Mira, yo voy a dar por terminado el tema porque es bastante pesado, pero antes quiero decirte tres cosas. La primera es que recuerdes que tienes dos hijas, que con lo difícil que es ser una mujer extranjera aquí en Libia, el futuro no pinta del todo alentador para ellas. Lo segundo es que en dos años de conocerte me consta que eres una mujer dulce, amable y de buen corazón, te pido que reflexiones sobre este tema porque créeme, los prejuicios dañan más a quienes los tienen que a quienes son víctimas de ellos. Y tercero, puedes justificarte todo lo que quieras con la cultura  y demás, pero Dios que esta sobre cualquier cultura y religión conoce el interior de tu corazón. Sacúdete esos sentimientos, no te hacen bien y no los mereces.

-¡Ay Aziza no me hagas sentir mal!

-Habibty, es que el malestar que sientes nace en ti, no te lo provoco yo. El problema es que aparte de sentirte mal tú, por lo negativo de ese sentimiento, con el puedes dañar a otras personas. Te lo dice alguien que ha sufrido el rechazo, el discrimen y el prejuicio, por ser, pensar y creer diferente y sabes muy bien de lo que hablo.

De muchos, te voy a mencionar un solo ejemplo; ¿Tú crees que yo no sé qué cuando llegué a Libia todos esperaban que la esposa “ameriquiya” fuese una réplica exacta de “Barbie”; blanca, delgada, de ojos claros con cabello lacio y rubio? ¿Verdad que sí?

Mi cuñada asintió con la cabeza mientras las lagrimas le recorrían el sonrojado rostro.

-Pero la que llegó fue esta que está aquí, trigueña, obesa, de cabellos crespos, ojos oscuros, hablado español y originaria de una isla en el Caribe que ni sabían que existía. ¿Pregúntale a tu hermano si es feliz?

-No se pregunta lo que se ve a simple vista. Y mis hijas y yo te queremos mucho Aziza, tú eres nuestra familia. Decía mi cuñada llorando al tiempo que me abrazaba.

-Yo también las quiero y las respeto mucho, a ti y a todos en tu casa. Le decía yo, mientras le pasaba la mano por la espalda. Y discúlpame si te he hecho sentir mal, pero no podía quedarme callada, nadie merece vivir prejuiciado y tampoco nadie merece sufrir el discrimen.

Antes de que sonaran los violines, el celular del sobrino timbró, mi esposo le pasó una servilleta a su hermana para que secara sus lágrimas, era evidente que permeaba la tensión. Por mi parte, encontré el momento justo para bandeja en mano abandonar el salón y llegar hasta la cocina.

De manera instantánea tras cerrar la puerta, me puse en cuclillas con las palmas de las manos en el suelo. Mi ser sabía que lo correcto era liberar, soltar esa carga energética, regresarla a la tierra para que la transforme en luz y nuevas bendiciones.

Regresé al salón con una bandeja de dulces y jugo de almendras. Entonces mi cuñada me preguntó si iría a la fiesta de compromiso. Le contesté que no sería posible, pero que se asegurara de que me enviaran comida y dulces de la fiesta.

¡Azizaaaaaaaaaaa! Exclamó mi cuñada, como hace cada vez que digo una de las mías.

 

Nuestras risas se escapaban por los huecos de las celosías, llegaban lejos, donde otros podían escucharlas, se elevaban con la brisa primaveral que ahora forma parte de las noches en Bengasi. El sobrino recibió llamada de su futura esposa y mi esposo insistía para que me pasaran el teléfono y yo pudiese saludarla. El sobrino la disculpó, se intimido con el idioma, pero le mandé a decir que en mi casa era bien recibida hablase o no hablase inglés. Mi cuñada me pasaba la mano por la espalda y sonreía con los ojitos aún llorosos.

 

¡Crezcamos! Que oportunidades de crecimientos se presentan cada día.


Daritza Rodríguez-Arroyo, Todos los derechos reservados de autor / Los Relatos de Aziza. Copyright ©.

7 comentarios:

  1. Tremenda cantaleta que se gano la cuñada! Aunque no la culpo porq ni siquiera a tenido la oportunidad de conocerla bien y compartir con ella. No sabe si de verdad es como la describen, no hay un sentimiento de familia. Habla y juzga por lo poco q sabe de ella... Igual que el novio que se casa con ella solo por lo que le han dicho y por su fisico. La vdd que es bastante vano el inicio se una relacion alla. Solo es importante de que familia viene, nacionalidad y cuanto es el oro y el mahar. Como ella te dijo algo q no vamos a entender aca nunca...

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  2. Que leccion le diste! y ademas te sacaste todo lo que llevabas por dentro con respecto a tu llegada a Libya y el discrimen. En hora buena.

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  3. Aún estoy impresionado por lo que lei, me refiero a tu reacción, yo no hubiera cambiado una sola palabra de las que pronunciaste. Su punto de vista lo conozco bien, cada día durante estos tres años que llevo viviendo aquí me tropiezo con argumentos como esos, ya debiera estar acostumbrado pero creeme que no hay manera y casi siempre reacciono como tu incluyendo lo de las orejas calientes. Aziza hiciste bien, es tu cuñada y es tu deber explicarle cuan equivocada estaba; sus argumentos difieren mucho de la esencia del Islam y eso es una de las cosas que mas me chocan aqui, la diferencia en algunos casos entre la predica y la práctica. Yo acepto el Islamismo y la cultura medio oriental pirque encuentro en ellas puntos de coincidencia con mi filosofía de la vida, incluso en muchos aspecto aceptar y practicar algunas de estos puntis d vista me ha combertido en una mejor persona y me ha enriquecido espiritualmente, ahora, lo que no aceptaré nunca ( y no es un fenomeno solo de esta sociedad) es el doble discurso. Me da pena con tu cuñada, debe haber pasado un mal rato pero estoy seguro que aprendió una buena lección y te debe estar agradecida.

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  4. Sin palabrasss.....me parece q te sacaste del sistema una gran espina enterrada en lo mas profundo....y q todo se dio en su justo momento; eso es parte de la ley del karma!!!

    PD: En serio no es posible ir al compromiso??

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  5. Gracias por este relato. No tengo más que decir. Dios les bendiga y los prospere en todo lo que se propongan.

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  6. Fe de errata: Aziza disculpa lo de convertido con " b", escribí rápido y no tuve tiempo de revisar. Cuando me percaté ya estaba publicado.

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