martes, 17 de junio de 2014

Y cuatro días después...



Les cuento que, tras su llegada, aparte de todo el cariño  que hemos compartido mi esposo y yo, también hemos estado resolviendo mil cosas. Siempre que llega y vamos a la ciudad para mí es como si hubiese pasado una década en lugar de un mes, lo veo todo diferente, como recién descubierto. Sigo diciéndole a Marido; “Por aquí no habíamos pasado nunca”. Y me dice; ¿No? Pues esta calle está a punto de llevar tu nombre.” ¡Tan Gracioso!

El domingo tempranito en la mañana le comento; “Ya comenzaron los truenos. Es raro, aquí lleva un mes tronando  y no he visto ni gota de lluvia”.  Entonces sonrió, me miró con cara de “¡Inocente Aziza¡” y me pregunta; “¿Realmente has creído que son truenos? ¿En ocasiones los truenos han hecho vibrar las ventanas?” Sí, le contesto. “Aziza, son detonaciones, Bengasi lleva bajo fuego desde que me fui al desierto…”

Todo el domingo se escucharon detonaciones, las cortinas de madera que recubren las ventanas para filtrar el aire y la luz eran impactadas por la onda expansiva de las detonaciones. Una de sus hermanas solteras, la que es secretaria en la empresa para la que él trabaja lo llamó como a eso de las 9:00am. “Ni se te ocurra ir a las oficinas de la empresa en el área de…, la carretera está cerrada, toda el área se ha convertido en campo de guerra”, le comunicó. Decidimos dejar la visita al mercado y las demás diligencias para ayer lunes.

De camino a Bengasi, mi esposo me dice, “Hoy no podemos ir por la costa como tanto te gusta”. ¿Por qué? Pregunté. “Porque me llamó un amigo, dice que están deteniendo conductores a fuerza de pistolas, te hacen bajar y se roban los autos. También encontraron cuerpos decapitados, uno de ellos ni siquiera tenía piernas. Hay que transitar por las arterias centrales que conducen a la ciudad”. Guardé silencio.
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La temperatura de ayer hizo la situación más incómoda, porque mientras mi esposo realizó gestiones en las oficinas de la empresa y compró en el mercado de vegetales y frutas yo tuve que esperar en el auto, que era lo mismo que esperarlo dentro de una olla de presión. El edificio de la empresa tenía los cristales del tercer y cuarto piso destrozados por el enfrentamiento del día anterior, pero todo el personal ya se había reportado a trabajar, y en cuanto al mercado, lo noté igual que siempre, atestado de hombres y mujeres esperando sudorosas en los autos.

Como les mencioné en alguna ocasión, a ese mercado no van mujeres, allí se vende carne, frutas, vegetales y hierbas en grandes cantidades, dicen que es el centro de los ladrones, afuera hay un solar repleto de mesas donde migrantes de diferentes países africanos y algunos libios venden chucherías y cachivaches, pero también hay mesas donde se venden a plena luz del día armas y municiones de todo tipo. No pude encender el auto para refrescarme un poco con el aire acondicionado porque aunque mi esposo siempre me deja la llave, dice que encender un auto allí estando sola es una invitación para que cualquier ladrón me asalte. Por eso él compra con prisa, lleno de tensión, hay vece que trae las bolsas en tres viajes, así puede ver si estoy bien y ahuyentar a cualquiera que este merodeando con aparente mala intención. Así transcurre la vida aquí.


 Estaba deseosa de comer “chinas” (naranjas), pero al parecer ya no están disponibles, compró melones de tres tipos, melocotones y ciruelas; se compraron casi cuatro kilos de cada fruta y se repartió entre la cocina del primer piso y la nuestra. Si algo extrañaré de Libia el día que ya no estemos, será la accesibilidad a las frutas, vegetales, hierbas y especias frescas, pues adquirir estos productos en grandes cantidades en Puerto Rico es un verdadero lujo a pesar de su pésima calidad. Claro que esto jamás constituye un motivo de fuerza para preferir vivir aquí. También, como es costumbre, si vamos a la ciudad le pido que compremos alguna cosita rica para comer y además de la pizza, me confieso amante a los "Shawarmas", ayer probamos un puesto nuevo de entre el millón que debe haber por todo Bengasi. Esta vez le pidió una muestra al
vendedor, para que yo pudiese probar y dijera si era de mi agrado o no, pues ya he pasado malos ratos con la cantidad de picante que suelen ponerle a la carne. Esta vez quedé más que complacida, el olor es tan rico que aunque al parecer las mujeres no acostumbran a comer en los autos a la vista de todos, yo no puedo resistirme al delicioso olor de la carne cocida a la brasa y termino comiendo sin pudor ninguno. I love Shawarmas!!!

*De regreso nos habían indicado que la carretera de la costa ya estaba transitada así que nos aventuramos. El dia estaba caluroso pero bonito, el Mar Mediterráneo más azul y tentador que nunca, habían sombrillas de colores instaladas en la playa, muchos bañistas, como si en Bengasi no estuviese pasando nada. La misma situación de mercados y calles comerciales.



Cuando mi esposo está en el desierto y tiene tiempo libre fuera del laboratorio acostumbra caminar por el desierto,  dice que allí se piensa diferente porque la inmensidad del desierto entra en ti, pero también tu alma se revela como en realidad es,  igualmente inmensa, y te hace parte del lugar. Prefiere hacerlo en las tardes cuando el sol ya va de
retirada y pinta el cielo con tonalidades y diseños inimaginables. Le gusta sentarse en las dunas, admirar la grandeza de Dios en ese extraordinario lienzo, en su obra divina de la que él y todos somos parte. Siempre toma fotos porque dice que en cada viaje aunque repita ubicación, el desierto siempre cambia y que si se contempla con los ojos
del alma, se puede notar hasta el más mínimo detalle.


Le digo que en lugar de geología debió estudiar arqueología, lo he visto embelesado en las ruinas de Ptolemaida y Cirene donde a ambos  nos gusta imaginar el transcurrir de la vida antigua, en tiempos donde los griegos se establecieron en el este de Libia y luego bajo el imperio romano. Nos transportamos a ese entonces y recorremos las calles adivinando que lo que parece haber sido una entrada conducía a algún templo, vivienda, un lugar público de reunión, el mercado o los famosos baños romanos. Así nos hemos entretenido muchas veces, especialmente durante nuestra visita a Tolmeida, porque durante las tres horas que estuvimos allí, no nos topamos con ninguna persona.

Esta vez llegó del desierto con fósiles, unos aparentan ser
cascarones de huevos de aves prehistóricas y otro evidentemente es la punta de una lanza. No se cansa de mirarlos, los toca, me los muestra con una emoción contagiosa, se le ilumina el rostro, sonríe como si fuera un niño poseedor de un tesoro maravilloso y los envuelve en un paño que entrega a una de sus hermanas, porque ella es horticultora y también ama la naturaleza, sobre todo las plantas, las rocas y a sus gatos, que como dicen aquí, son como sus hijos. ¡Ah! Debo decir que también es ella la que hace la mejor pizza casera en todo Bengasi, la hace en un horno especial en el patio de la casa, entre árboles, porque en medio de toda esta masa rocosa y polvorienta, la casa en la que vivimos es la única rodeada de árboles, con un pequeño estanque para peces y un remanso para los pajaritos que desde que sale el sol vienen a alegrar el día a día con sus melodiosos trinos.

Mi esposo me dice; “Quiero mostrarte algo. Pasé mis días escuchando un concierto de Yanni, tengo el vídeo completo, me lo llevaba al laboratorio y lo escuchaba cada mañana, no sé porque me hacía recordarte al punto que me prometí algún día llevarte a verlo en vivo. Hay un tema, está al principio y desde el momento en que lo escuché dije; “A mi Aziza le va a gustar esto. Ella es así.” Para mi sorpresa es el tema de "Rainmaker", grabado en el concierto en vivo de Yanni en el Mandalay Bay en Las Vegas en 2006. Un concierto que compré tan pronto salió a la venta y el tema “Rainmaker” es mi favorito porque me hace sentir emociones que no puedo explicar, pero ciertamente me emociona y conmueve hasta la fibra. Cuando se lo dije se le aguaron los ojitos, apretó mi cara entre sus manos y me dio un besito. Luego me dice, “No me habías dicho que tienes un primo músico tocando con Yanni, porque ese Walter Rodríguez sin duda alguna es el más que se disfruta el tocar en ese concierto; mira su cara de alegría. Tenía que ser puertorriqueño y de apellido Rodríguez como mi esposa”.  Ahora es “fan” del músico Walter Rodríguez, orgullo boricua.

Ya he tenido oportunidad de ver a Yanni en vivo, pero sin duda alguna disfrutar su música junto a Habibi, será especialmente inolvidable. Insha Allah (como diría él). En este concierto además de Yanni es admirable el talento de todos los músicos pero en especial me cautiva el arte del australiano David Hudson, Samvel Yerviyan de Armenia, Víctor Spinola de Paraguay, Michelle Amato de Estados Unidos y de Venezuela, Pedro Eustache. Aquí les comparto la apertura del concierto y el tema de “Rainmaker” para que lo disfruten tanto como yo. Escúchenlo y díganme si es o no, música para el alma. Mientras tanto yo me voy a cocinar que Marido se fue a resolver asuntos en la ciudad y aquí ya pronto toca almorzar, como a eso de las 3:00 o 4:00pm.

Enlace para disfrutar del “Intro” del concierto mencionado y el tema “Rainmaker”: https://www.youtube.com/watch?v=xtODAJbakTc

8 comentarios:

  1. Hace un tiempovno pasaba por aquí, tengo que ponerme al día. ¡Este escrito me encantó! Tengo la esperanza de que sigan bien y que pronto puedan estar en tierra segura.

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  2. Ayyy Aziza.... me tocas el corazón... te leo y siento tantas emociones. Miedo, preocupación, alegría, ... me río, se me aguan los ojos... pero siempre lo terminas compartiendo amor... sigue así .. que Dios los cuide e inshallah algún día te pueda conocer. bendiciones.

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  3. me encantó me encantó me encantó todooo desde el relato hasta la música

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  4. Saludos!! Hermoso relato y que Dios los colme de bendiciones a ambos!!! Cuídense mucho!!!A

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